quinta-feira, 25 de abril de 2019

[0642] Óscar René Benítez, uma voz de El Salvador


Residente em Los Angeles, Estados Unidos, nasceu em El Salvador, poeta, jornalista e animador cultural, é vice-presidente do Movimento Poetas del Mundo, foi jornalista na Califórnia.


ASÍ

Como el ala de um pásaro muerto
abandonada y moviendose
acostumbrada al viento
como deseosa de alzar al vuelo

Coomo los viejos sapatos
acostubrados al caminho y a los pasos
se quedan solitários
cual dos navios naufragado,
ya sin el sonido de las piedras.
Así
persiste entre mi angustia la tristeza


MIENTRAS SUSPIRAS

Emerges del silencio vestida de nostalgia,
y del melancólico manto con que se cubre el tiempo
van desprendiéndose los instantes que juntos dibujamos.
¡Y eres tú! mujer de piel de luna llena
la que ahora acorta la distancia
invadiendo los sentidos.

Ahora me recordarás quizás mientras suspiras,
¡ay! pasaste del llanto a la añoranza,
de la añoranza a la esperanza y después
a la resignación como último recurso.
Pero no hubo espacio en tu corazón para el olvido.

En la densa niebla del tiempo transcurrido
aún se adivinan los atardeceres:
nosotros tomados de la mano,
un solo asiento en el autobús para los dos,
un solo plato para la cena,
tus ojos mirándome tiernamente,
y la pasión de una juventud que se nos escapó.

Muchas fueron tus lágrimas, mujer.
Y aunque me esperabas sabías que no volvería,
que aquel vacío que en tus brazos yo dejaba
como el tiempo y la distancia también era interminable.
Yo guardé las mías, las apretujé en mi corazón
y por las noches se escapaban en avalanchas de sollozos
que me hundían en un insomnio demente y lastimoso.

Como antes, hace tanto tiempo ya,
rompías mi silencio con un beso dulce y un suspiro,
ahora lo llenas con tu recuerdo
y aferrada vives aquí en mi corazón.


EL ÚLTIMO SUSPIRO

De modo que te tragó la distancia.
Es como goma de mascar, se estira,
mientras te envuelve un manto de nostalgia.
Y dejaste una mujer que suspira,
hijos con ojos llenos de esperanza.

No sabes cómo, pero estás despierto,
persiguiendo un sueño -o quizás dormido,
crees estarlo- al escuchar el gemido
de aquellos que mueren en el desierto
abatidos por la sed y por el hambre.

Entre el cactus -soldado traicionero-
y el sol inclemente, asfixiante y duro,
tumban tus sueños, trizan tu futuro.
En el juego el horizonte es primero,
huye, se esconde, se acerca, se aleja...

Y aparecen de pronto los delirios,
aleteando van y vienen, enjambre
graznando muerte, penas y martirio
en tus ojos velados por el hambre.

¡Del alma se te escapa un alarido!

Al partir todos te desearon suerte,
la mujercita entre llantos y los niños,
entre risas, haciéndote cariños;
no vieron los coqueteos de la muerte
ni escucharán hoy la agonía de tu queja.

Erróneamente hay muchos que te llaman
Mojado con odio y con desprecio,
adjetivo vano, palabra rota...
Tus labios buscan agua y ¡ni una gota
que sacie ya la sed en tu garganta!

Mojado te nombró algún hombre necio
mientras mueres de sed bajo una planta
sin sombra ni hojas, armada de espinas.

Deja tus sueños, que te cubra el manto
de la noche profunda y aniñada.
Tus ojos se quedan ¡ay! sin más llanto
y el norte se hizo polvo, se hizo nada.

Pero duérmete en paz, hermano iluso,
lejos del suplicio de las esquinas,
la discriminación y del abuso,
del gringo explotador y la miseria.

Yo pido que duermas en paz hermano
desde mi oscuro porvenir incierto
pues tu último suspiro en el desierto
ya se quedó apretado aquí en mi mano.

Sem comentários:

Enviar um comentário